viernes, 11 de diciembre de 2015

Reflexiones desde las amígdalas

El título de este post no es metafórico, es que he vuelto a tener un episodio de mis anginas y casualmente después de ver a M. Sin duda este chico tiene una cepa de algo a la que aún no poseo inmunidad.
Pido disculpas por no escribir, pero siempre que estoy bien me cuesta hacerlo, así que aprovecho este parón que el cuerpo me ha rogado para contaros un poco.
Mi viaje a NY fue el fin a mi depresión. Cambiar de aires sienta genial y sin duda tomo nota para mi siguiente bajón (no soy pesimista soy realista). Lo llamó depresión pero dicen los expertos que el cuadro que presentaba está más cerca del estrés. No es que el viaje me haya curado pero tomar distancia de ciertas cosas siempre va bien. Y vuelves a la misma realidad que te atormentaba y la ves con otros ojos, quizá más realistas. Lo que percibes ahora no es que sea menos negro, ni tan sólo gris, sino que es blanco. Y es que esa misma vida a la que no podías mirar a la cara ahora te parece preciosa.
Siempre intento conocerme un poco más a mi misma. Y pese que cuando me enamoro, lo hago hasta los tuétanos (me encanta esta expresión), soy una persona a la que le cuesta convivir y que le encanta encontrar la paz cuando llega a casa. Una conquista eterna encaja con mi forma de ser pero no un matrimonio. Por lo que, voy a dejar de sufrir por no alcanzar algo que no va conmigo.
Pero esto que les contaba se da de morros, con otra parte de mí, el deseo de ser madre. De hecho, el desencadenante de mi bajón es la ruptura con M. Y más allá de desvincularme sentimentalmente de él, es el hecho de que mis últimas esperanzas de ser madre acompañada se desvanecían. Era un duelo doble, por perder un compañero y por perder un hijo. Parece drástico, pero con lo que cuesta conocer a alguien cuando tu entorno esta cerrado y más establecer un vínculo sentimental, disculpen que sea realista y tire la toalla. Pero, hay algo más que contar. De forma instintiva y antes de contaminarme de relaciones tóxicas, ser madre soltera me parecía la mejor idea. Pero supongo que el reciente empacho de amigas cuentame (*) y anotaciones varias hacia mi iniciativa como "ay pero que te metan un palo frío por ahí que mal, no?" o "la hija de mi jefa también lo hizo, aunque normal porque no la soportaba nadie", me hizo abandonar esta idea. Pero después de ver que una famosa, que no quiero mencionar, con poca pinta de que le vayan mal las cosas y con menos aún de no poder tener al hombre que ella quiera con sólo guiñar un ojo, mi percepción cambió. Con todo esto, llegue a la conclusión de que toda esta información me distorsionaba mi realidad y que por haber nacido mujer y haber conseguido una independencia económica y tener una familia que me quiere, tengo aún la posibilidad de llevar a cabo mi sueño (si mi cuerpo lo permite), sin la necesidad de ser pisoteada por nadie.

Encantada de haberme conocido, lo confieso

(*) Amigas cuentame: dícese de aquella amiga que similar a aquella serie de la tv, que diría empezó ambientada en los años 60, en pleno siglo XXI, se casan y acto seguido se quedan embarazadas.

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